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La eficiencia será el desafío 2025 de las PYMEs (03/02/2025)
La eficiencia será el desafío 2025 de las PYMEs

Las pequeñas y medianas empresas argentinas (PYMEs) se encuentran en un momento crítico, marcado por un entorno económico que comienza a mostrar signos de estabilidad. Sin embargo, detrás de estas apariencias de calma, hay un desafío mucho más profundo: la competitividad de las empresas ya no dependerá de las crisis externas ni de las «licuaciones» que las altas tasas de inflación solían generar. Ahora, el verdadero desafío será interno, porque en el nuevo escenario, la clave del éxito no radica en cómo se ajustan los precios, sino en cuán eficientes son las organizaciones en su gestión diaria.

Hasta hace poco, las empresas argentinas sobrevivían, en parte, a través de un juego de ajustes: el aumento de precios permitía tapar muchas ineficiencias internas. En un mercado inflacionario, sobredimensionar costos era una forma de sortear los problemas de productividad y competitividad. Pero ese ciclo está llegando a su fin. En este nuevo contexto económico, las PYMEs se enfrentan a una necesidad urgente de optimizar cada uno de sus procesos. La competitividad ya no depende solo de las condiciones externas, sino de cómo cada empresa es capaz de hacer más con menos.

Este cambio de paradigma es particularmente relevante dado que, según el Centro de Estudios para la Producción (CEPXXI), más del 99% de las empresas argentinas son mipymes, que representan el 61% del empleo formal. Esta realidad pone de manifiesto el peso que tienen en la economía nacional, pero también las brechas de productividad que aún existen entre las pequeñas y medianas empresas y las grandes compañías. En un contexto de mayor estabilidad, las PYMEs ya no pueden esperar que la economía «las favorezca» por sí sola; deben trabajar para hacer más eficientes sus estructuras y sus procesos.Aquí es donde entra la verdadera clave del éxito: la eficiencia. Hoy, las empresas argentinas, especialmente las pequeñas y medianas, deben abrazar una nueva forma de pensar: hacer mejor con lo que hay. Esto implica no solo optimizar el uso de recursos como el capital humano, los insumos y el tiempo, sino también reorganizar sus estructuras internas para reducir costos y mejorar el rendimiento. En lugar de ajustar precios, deben ajustar procesos.

Lo cierto es que, sin una medición constante y detallada de los resultados, las empresas estarán a ciegas. «Lo que no se mide, no se mejora», es una frase que nunca ha tenido tanto sentido como ahora. Las métricas claras, como la rotación de inventarios, el costo operativo por unidad o la eficiencia en el cumplimiento de las entregas, se han convertido en herramientas fundamentales para tomar decisiones informadas y ajustar rápidamente los procesos cuando algo no funciona como se espera.

A esta ecuación debe sumarse otro elemento esencial: la cultura organizacional. Las empresas que sigan dependiendo de una sola persona o de una estructura jerárquica rígida no serán capaces de adaptarse a los cambios rápidos que exige el mercado. En cambio, aquellas que inviertan en capacitar a sus mandos medios, en formar equipos empoderados y autónomos, tendrán más posibilidades de crecer y prosperar. El desarrollo de mandos medios no es un gasto, es una inversión en la resiliencia de la empresa, en su capacidad para adaptarse a nuevas exigencias y para tomar decisiones más ágiles y precisas.

Para enfrentar este reto, un plan estratégico bien definido es indispensable. Las empresas deben pensar a largo plazo, pero también tener herramientas de medición que les permitan identificar áreas de mejora en el día a día. El problema no es solo lo que se hace bien, sino cómo se pueden mejorar los procesos para alcanzar los objetivos de manera más eficiente. ¿Cómo se estructuran los negocios? ¿Qué procesos pueden ser más ágiles? ¿Cómo se aprovechan mejor los recursos? Estas son preguntas clave que cada PYME debe responder si quiere ser competitiva en este nuevo escenario.

La eficiencia, entonces, no es un concepto abstracto. En este nuevo contexto argentino, se ha convertido en la verdadera ventaja competitiva. La capacidad de las PYMEs para adaptarse a este desafío dependerá de su habilidad para optimizar recursos, gestionar procesos de manera eficiente y tener una estructura flexible y capaz de responder rápidamente a los cambios del entorno.

El futuro de las empresas argentinas no estará determinado por las circunstancias externas, sino por su capacidad para profesionalizarse, para implementar una cultura de mejora continua y para transformar sus procesos internos en aliados estratégicos. Las empresas que comprendan que, en este nuevo escenario, el verdadero desafío está puertas adentro serán las que lideren el camino. Porque, al final, el secreto no está en cuán rápido se pueda reaccionar ante las crisis, sino en cuán eficiente se es en el día a día para crear un modelo de negocio sostenible, ágil y competitivo.

Fuente: InfoPymes