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Comercio familiar, nacido en interior de Córdoba y con más de un siglo de historia (05/08/2025)
Comercio familiar, nacido en interior de Córdoba y con más de un siglo de historia

No hay en Córdoba muchas empresas con 120 años de historia. Mucho menos que el apellido continúe al frente del negocio. Dauria es una de ellas. La cuarta generación de esta cadena que vende papelería, juguetes y marroquinería, cuando mira hacia atrás, advierte cómo la familia se fue adaptando a un país que cambió muchas veces. Cuando mira hacia adelante, concluye que es momento de adaptarse de nuevo.

Lo que les entusiasma es ese "gen" comercial que los mantiene al frente del negocio. Así lo advierte Lisandro Dauria, socio de la cadena familiar.

-Desde hace mucho tiempo, Dauria está en el Centro de la ciudad, pero no nació acá. ¿Cómo es el origen del negocio?

-La empresa arrancó con mis bisabuelos. Eran dos hermanos, Antonio y Federico Dauria, que vinieron de Potenza, Italia, en 1890. Ellos venían con el oficio de papelería e imprenta, y se instalaron en Bell Ville. En 1904 armaron el negocio y empezaron a desarrollarse en estos rubros.

-Hoy son un negocio emblemático de Bell Ville. ¿Cómo fue ese proceso?

-Con un crédito del Banco Hipotecario, compraron un terreno donde hoy está la casa central, en el centro de Bell Ville, que terminaron de pagar en 1934, en medio de la gran depresión económica de esa época y con muchísimo esfuerzo. Construyeron un edificio con un local comercial, un depósito abajo, donde instalaron la imprenta, y dos departamentos grandes arriba, donde vivía la familia. Ese edificio, que tiene una gran impronta artística en su fachada, hoy está declarado monumento histórico de la ciudad.

-Y supongo que luego la familia se fue involucrando en el negocio a lo largo de las generaciones.

-De los ocho hijos de mi bisabuelo, Carlos Dauria, mi abuelo, fue el primero en seguir con la librería, mientras sus hermanos varones se dedicaron a la imprenta y mis tías, aunque tenían sus profesiones como maestra o directora de colegio, todas vivían de Casa Dauria. Era un negocio de ramos generales, un polirubro: tenía desde librería, tocadiscos, juguetes y hasta era representante de Olivetti. Mi viejo recuerda que toda la familia tenían una cuenta en la proveeduría a nombre de Dauria, todos sacaban fiado y se saldaba cada seis meses. El negocio era el sustento de todos y estaba muy compenetrado con la vida familiar.

-Algo muy común en esa época.

-Claro, pero en un momento empezó a decaer. Mi abuelo Carlos empezó a retirarse y ahí entraron mi padre, Hernán, que venía de trabajar en un banco, y mi madre, Liliana, que hasta ese momento trabajaba en la fábrica de valijas que su padre tenía en Bell Ville, ella fue quien le puso mucha actitud para levantar el negocio. Empezó a traer cosas de Buenos Aires, ayudó a levantar y volver a posicionar bien a Dauria.

-Y ahora ustedes representan la cuarta generación. ¿Cómo fue que entraron en el negocio?

-Yo soy el más grande de cuatro hermanos varones. Con Martín (48), Ezequiel (45) y Maximiliano (42), estamos al frente de un negocio que ya tiene cuatro sucursales. Yo estoy en el negocio desde los 15 años. Durante mis vacaciones, me quedaba en el local en Bell Ville. Me gustaba mucho porque me daba independencia económica; imaginate, a los 15 me compré mi moto y a los 16, mi auto. Vine a Córdoba a estudiar Ciencias Económicas, siempre con la idea de regresar al negocio. Mi padre siempre me decía que volviera cuando quisiera, porque la empresa iba a crecer.

-¿Cómo encararon ese crecimiento?

-Siempre la idea fue crecer en torno al corredor de la ruta 9, porque eso nos soluciona un gran problema que tiene el comercio, que es la logística. La primera sucursal la abrimos en Marcos Juárez hace 26 años, alrededor de 1998. Yo viajaba todos los días desde Bell Ville. Al año siguiente, conseguimos un local más grande en el centro de esa ciudad, el que tenemos ahora. Después, abrimos en Villa María, donde yo viví cuatro años. En ese momento, mi hermano Ezequiel se incorporó al negocio y se hizo cargo de la sucursal.

-Así que crecieron primero en el interior y después llegaron a la Capital.

-Claro, a Córdoba capital llegamos hace 21 años, alrededor de 2003. En el local que ocupamos ahora, antes estaba La Gran Muñeca, un lugar muy trascendente para el rubro de la librería y la juguetería. Un proveedor nuestro nos avisó que salía en alquiler y así conseguimos venir acá. En Córdoba nos fue bien, aunque en los últimos años el Centro ha perdido fuerza con el surgimiento de nuevos polos comerciales en los barrios.

-Actualmente, ¿cómo distribuyen las responsabilidades entre la familia?

-La estructura es la siguiente: mi padre, Hernán, va a cumplir 80 años, pero sigue en la casa central de Bell Ville todos los días. Mi madre, Liliana, se encarga de la administración y los números. Martín está en Bell Ville. Ezequiel se ocupa de la sucursal Villa María. Yo estoy en Córdoba capital y viajo una vez por semana al interior, manejando las compras. Maxi es el contador y nos da una mano con la administración, participando en las reuniones semanales, para decidir el rumbo de la empresa; además tiene sus emprendimientos y participa en la Federación Comercial (es vicepresidente de Fedecom).

-El comercio ha cambiado mucho. ¿Cómo han afectado la venta online y las redes sociales?

-La venta por internet ha crecido muchísimo, especialmente a partir de la pandemia. Es otra sucursal más, que requiere trabajo diario, promoción y su propia lógica de venta. Las redes sociales se han vuelto una herramienta de venta y publicidad muy fuerte, desplazando a la televisión. Hay que estar presentes constantemente, hacer videos y subir contenido todos los días para crear una comunidad de seguidores que se conviertan en clientes.

-Además, el consumidor llega al local con mucha más información sobre precios.

-Por supuesto. El comprador viene al local con el precio de internet, por ejemplo, de Mercado Libre. Esto nos obliga a ser muy competitivos. El modelo de margen de rentabilidad está cambiando, y tenemos que adecuarnos a estos precios. Antes, con la inflación, la mercadería aumentaba y el cliente compraba porque al otro día valía más. Ahora no, el cliente ve el precio, consulta y espera que la venda a ese precio.

-Y en cuanto a los proveedores e importadores, ¿han notado cambios en su comportamiento?

-Se nota mucha más oferta y más mercadería. Antes el proveedor "se sentaba" sobre sus productos, marcaba precios altos y si no te gustaba, no le importaba. Ahora tienen que vender para cubrir costos y hay mucha competencia. Están más predispuestos a bajar precios, dar plazos y ofrecer descuentos, incluso hemos visto promociones de "dos por uno" en juguetería para el próximo Día del Niño. También, si algo se pone de moda en redes, todos los importadores lo traen, hay mucha oferta de lo mismo.

-Hablando de precios, lo que todo argentino se pregunta: ¿en algún momento van a bajar?

-Para mí, los precios tienen que bajar para que el dinero de la gente rinda más. Deben sincerarse a la baja. En mi rubro, no he visto grandes reducciones, pero sí veo que nadie aumentó más, los aumentos están mal vistos. Sin embargo, los importadores, por ejemplo, traen productos de China a un precio muy bajo y los venden aquí mucho más caros. Mi hermano Maxi estuvo en China y vio que los precios allá no son los que tenemos acá; algo que vale uno allá, acá lo venden a 10. Esto es especulación, el proceso de cambio va a ser lento porque no están seguros de la estabilidad del nuevo rumbo económico.

-¿Y cómo compiten con Shein y otras plataformas?

-Es un gran desafío. Te hago esta relación: juegos que yo pago 14 y vendo a 25, en plataformas como Shein están a 4. Demoran 30 días en llegar, pero eso se va a achicar. Los precios de los importados tienen que bajar porque no se puede competir con una diferencia de cinco veces el precio. Y yo no puedo reducir mi margen porque tengo que pagar alquiler, empleados e impuestos.

-El principal problema es la retracción de la demanda. ¿Cómo lo viven ustedes?

-La demanda está caída, es nuestra principal preocupación. En situaciones como estas, en Córdoba capital se siente primero y de forma más brusca que en el interior, donde el empleo público da más estabilidad. Julio, que suele ser un mes fuerte por el aguinaldo, se comportó muy parecido a junio, la gente no lo volcó al consumo, sino que lo usó para pagar deudas. Esto dificulta las proyecciones para fechas como el Día del Niño. La gente está retraída y sólo compra lo estrictamente necesario.

-¿Cómo manejan el stock en este contexto?

-El manejo de stock cambió radicalmente. Antes, cuando había inflación y consumo, nos servía comprar de más porque la mercadería aumentaba y era plata. Ahora, tener mucho stock no sirve, porque los precios pueden bajar o la mercadería puede no salir, inmovilizando capital. Por ejemplo, me ha pasado de comprar resmas caras y al mes siguiente conseguirlas más baratas. Ahora buscamos comprar lo justo para vender rápido y no sobreestockearnos.

-¿Cómo se atrae al cliente en este contexto de baja demanda?

-Es un dilema. Implementamos promociones con tarjetas de crédito, aunque nos reducen la rentabilidad en un 35% a 40%. Pero tenemos que competir; si la juguetería de enfrente ofrece descuentos con una tarjeta, nosotros también tenemos que hacerlo. El gran desafío es cómo mantener la rentabilidad y seducir al cliente con descuentos, en un mercado donde los precios deben ser competitivos, al tiempo que afrontamos altos costos fijos y una carga tributaria elevada. Todo se solucionaría con un gran volumen de ventas, pero en este momento no lo tenemos.

-Mirando hacia el futuro, ¿cómo se imaginan a Dauria?

-Nuestra idea es crecer. Creemos que la tendencia futura es hacia locales más chicos, de unos 120 m2 a 150 m2, pero bien surtidos, con reposición rápida y un buen depósito. Esto contrasta con los grandes locales multirrubro actuales. Creemos que va a crecer mucho la librería, especialmente la librería de fantasía y los artículos de escritura. La juguetería, en cambio, ha visto reducida su franja etaria por la electrónica y la baja tasa de natalidad, y se enfocará en fechas puntuales.

-¿Y en cuanto a la logística para estas nuevas sucursales?

-La logística es clave. Nuestras futuras aperturas se planifican dentro del corredor de la ruta 9, lo que facilita la distribución desde nuestro depósito central en Bell Ville. Tuvimos una experiencia en Río Tercero, donde abrimos una sucursal que anduvo bien cinco años, pero nos quedaba fuera de nuestra logística y se complicó. Por eso, ciudades como Cañada de Gómez, que están en nuestro corredor, son más factibles para nosotros.

-¿Alguna vez consideraron franquiciar la marca Dauria?

-Hubo un momento en que se tocó el tema, nos asesoramos y todo. Pero la empresa es muy familiar, muy personal y cada uno tiene su puesto. Es nuestro apellido, nuestra casa. Por ahora, la idea es seguir creciendo nosotros mismos y que continúen las generaciones futuras.

La moto, su cable a tierra
Nombre. Lisandro Dauria (51).

Casado con. Romina.

Hijas. Josefina, Catalina y Clara.

Le gusta. Andar en moto para despejarse. Tiene una moto Touring.

Cargo. Socio. Comparte la conducción de la empresa con sus hermanos Martín (48), Ezequiel (45) y Maximiliano (42), además de sus padres Hernán y Liliana.

Empresa. Dauria Juguetería y Librería.

Colaboradores. 20 familias.

Web. dauria.com.ar.

Instagram. @dauriaoficial.

Link: LaVoz