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El emprendedor que quiere poblar el espacio con satélites argentinos (22/08/2017)
El emprendedor que quiere poblar el espacio con satélites argentinos

Emiliano Kargieman creó Satellogic, la empresa que quiere colocar entre 12 y 18 satélites en 2018.

Ninguna menuda misión se planteó Emiliano Kargieman para la próxima década: con su empresa, Satellogic, desea poblar el espacio con cientos de satélites que capten todo lo que ocurra en la tierra: desde las pisadas en el Sahara hasta el crecimiento de los granos de café en Colombia. Y no piensa hacerlo por amor a la información: los datos que ya recaba son –y  pueden continuar siéndolo– oro puro para compañías o individuos.

“Resolvimos por primera vez en la historia una plataforma de adquisición de datos en el espacio que es escalable. Puedo lanzar un nanosatélite y con lo que vendo de eso puedo lanzar 10. Y así… Es un tema de ecuación de retorno de capital”, explica Kargieman. Hasta ahora fueron cinco: Capitán Beto, Manolito, Tita, Fresco y Batata, y Milanesat, este puesto en órbita en junio último. Pero para el emprendedor el año no terminó: lanzará otros dos satélites en agosto y a futuro, en 2018, quiere colocar entre 12 y 18. “Y unos 60 más en 2019. Para empezar a monitorear el planeta en tiempo real”, asegura.

Kargieman hace una cuenta: cuantos más satélites posea, de manera más frecuente podrá tomar la información a través de las cámaras interespectrales, que permiten captar con mucha resolución y analizar la composición química y molecular de las tomas. “Con un satélite se cubre toda la tierra, pero si quisieras remapearla se tardaría 250 días. A fines del año que viene vamos a estar en condiciones de remapearla cada 15 días y revisitar cualquier punto que nos interesa cada hora y media. Nuestro objetivo es hacerlo en tiempo real; para eso necesitamos llegar a 300 satélites. Queremos hacerlo a principios de la próxima década”, informa.

Un referente del ecosistema explica que la compañía “está avanzando, generando imágenes comerciales, para comercializarlas”. Juntar la información no es el gran problema, sino interpretarla y curarla para venderla a clientes, muchos de los cuales hoy llegan desde sectores como petróleo, gas y agro. “Como nuestro costo de adquisición de datos es mucho menor al de la industria tradicional, podemos ofrecer esa información”, dice Kargieman. Un contrato, especifica, ronda en promedio los US$ 600.000, aunque haya otros mucho más chicos y otros mucho más grandes.

El fundador de Satellogic se ubica lejos de los precios de sus análogos. “Tenemos un diseño de satélites que permite que los fabriquemos 1000 veces más baratos que los tradicionales y 50 veces más baratos que los de un competidor cercano”, establece. La lucha podría ser dada por la NASA, por ejemplo. “Podría sentarse y hacer 1000 satélites alrededor de la tierra. El problema es que le va a costar US$ 800 millones cada uno”, sostiene. Los gastos para poner un nanosatélite en órbita, aunque no son exactos, rondan, según el emprendedor, los cientos de miles de dólares, en vez de los cientos de millones. “Se están sumando más compañías, con distintas estrategias. Pero seguimos teniendo diferenciales muy claros”, agrega.

“Emiliano es un fundador que sabe mucho de tecnología, que está enfocado en su producto. Y que ha estado trabajando en esto mucho tiempo. Ha realizado un trabajo invisible”, dice Marcos Galperín sobre Kargieman. Desde Silicon Valley, un inversor estrella avisa “que hay tres competidores que están apuntando a un negocio muy grande; la apuesta es enorme”.

Este año será el primero en el que la empresa, que ya tiene contratos cerrados, logre facturar. “Satellogic es una firma que debería entre duplicar y triplicar su facturación anual durante los próximos tres o cuatro años”, cree. Si bien no es exacto, dice que apunta a facturar “algunos cientos de millones de dólares al año para el fin de la década: más de US$ 200 millones”, y añade que la firma tiene “la posibilidad de facturar miles de millones de dólares”. Pero le escapa a la obsesión reinante con los valores de las compañías. “La fijación con el milestone de ser o no un unicornio es muy negativo, es contraproducente. Me preocupa más la facturación, que la compañía aporte valor real. Si tenemos US$ 1000 millones o no a mí no me importa en lo más mínimo. Ahora: lo que a mí me interesa es hacer una compañía que facture millones de dólares”. 

El mercado, incipiente, es intensivo en capital. “Para construir y lanzar a escala necesitamos capital importante”, comenta. Fue a buscar una serie A, en 2015, liderada por Tencent, que también encabezó la B, de US$ 27 millones, en junio de este año. “Esta es para financiar el crecimiento en los próximos 18 meses. Salimos a levantar un poquito menos”, aclara, y añade: “Para construir la constelación que tenemos pensada vamos a necesitar más capital que el que llevamos invertido hasta ahora. Parte de eso vendrá del propio flujo de caja de los proyectos que hagamos y parte vendrá con inversores en equity”.

No desecha la opción de salir a cotizar en bolsa en algún momento. “Es un mecanismo razonable para levantar capital. Para estar en condiciones de hacer una oferta pública uno tiene que tener un grado de desarrollo que todavía no tenemos, desde el punto de vista de la madurez de los productos y servicios, y desde el de la generación de ingresos. Si en dos o tres años tenemos esa madurez que falta, no lo descarto”, afirma.

La versión original de este artículo fue publicada en Apertura Tecno, edición especial de Apertura para julio de 2017. Enterate cómo conseguirla acá.

Fuente: Apertura