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Capitalizar el fracaso y volver a emprender, en primera persona (07/04/2017)
Capitalizar el fracaso y volver a emprender, en primera persona

El mito de que la fortuna emprendedora es inspiración, creatividad y suerte tiene su cuota cierta, aunque a veces hay que traspirar mucho en el proceso. Sepa la fórmula que tienen los  emprendedores de raza para salir adelante aún cuando su vida empresarial no fuera de "color rosa". 

La sensación de estar al borde de un precipicio, y no saber si saltar y arriesgarse o quedarse en el lugar, es recurrente en los negocios. En el ADN de los emprendedores, está presente la paradoja del fracaso, que desvela a más de uno. Se lo estigmatiza y se espera que nunca llegue. Hoy, quien haya tenido éxito en un proyecto tuvo que pasar por experiencias no tan propias de cuentos de hadas. 

 

 

Así como un negocio funcionó y otro no, hay un estadio entre uno y otro que reclama análisis, meditación y aprender de esa experiencia. Para Diego Noriega, fundador de alaMaula, el emprendedor argentino es “un piloto de tormentas”. Por su parte, Matías Franco, especialista en pymes, coach emprendedor y autor de El poder de una idea, explica que “siempre va a faltar algo: dinero, tiempo, gente o ganas; pero uno tiene que gestionar la idea hasta que salga”.

 

 

Matías Franco, especialista en pymes, coach emprendedor y autor de El poder de una idea

Los expertos recomiendan acercarse a otros emprendedores, participando de charlas sobre emprendedurismo. Por caso, las ediciones de Fuckup Nights Buenos Aires, encuentros que consisten en reconvertir la connotación negativa del fracaso, presentándolo como una herramienta de aprendizaje. 

 

 

Derribar mitos

 

 

Tras vender alaMaula a eBay y liderar durante dos años esa compañía en América latina, Diego Noriega decidió volver a emprender. “Vi una oportunidad en el mercado de los alquileres vacacionales”, cuenta. Así creó SegundoHogar.com, una plataforma que agilizaba la gestión del alquiler, brindando un inventario de la mayoría de las ciudades vacacionales de la región.

 

 

La estrategia fue agresiva: desembarcó en cinco países al mismo tiempo, con un equipo de 35 personas. “Los primeros dos años, busqué capital para llevar el proyecto adelante, pero no estaba muy presente adentro de la operación, lo que fue letal. Necesitaba simplificar y probar un modelo de negocios donde se invirtiera menos, y se encontrara más rápido el fit de la oferta y demanda del marketplace. El tercer año fue angustiante: le habíamos encontrado la vuelta al modelo de negocios, pero no conseguí dinero para seguir invirtiendo”, recuerda. 

 

 

En ese momento, logró captar el interés de algunos socios estratégicos, pero sus tiempos eran demasiado urgentes como para que ellos dieran el paso adelante. Así que tuvo que cerrar la empresa, despedir al equipo, hablar con inversores para decirles que se había perdido el dinero y con acreedores para renegociar las condiciones, entre otras acciones. Para Noriega, “es importante desmitificar el fracaso en una sociedad tan exitista como la argentina”.

 

 

Al respecto, Leticia Gasca, directora del Instituto del Fracaso, explica: “Me gusta hablar de la resiliencia, capacidad de volver a nuestro centro después de que sucede algo que nos saca de él. Es una habilidad que se cultiva. Para mantener el equilibrio emocional tras un fracaso, es importante que nos hayamos preparado y aprendido técnicas de respiración que ayudan a controlar las emociones”. Y agrega: “Ser emprendedor es una montaña rusa de emociones. Ante un escenario negativo, hay que hacer una pausa y tomar ‘la píldora mágica de la resiliencia’, que nos va a ayudar a pensar y a sentirnos mejor. No es más que transmitir eso que nos preocupa a alguien. Ponerlo por escrito o hablarlo ayuda a ordenar las ideas y a procesar lo que está sucediendo”.

 

 

Leticia Gasca, directora del Instituto del Fracaso.

“Sufrí el proceso final de la empresa, pero, cuando la cerramos, me puse a trabajar más de 16 horas por día para hacer lo que había que hacer y ponerle cabeza a lo nuevo. Cuando uno transita ese sufrimiento, es importante hacer introspección y entender qué pasó.”, confiesa el exAlaMaula. Pasada la tormenta, se enfocó a otras actividades. Armó el plan estratégico para el desarrollo de la cultura emprendedora en Santiago del Estero, leyó mucho, volvió a la actividad física y a jugar al rugby. “Mi salvavidas fue tener un balance entre lo físico, lo espiritual y lo mental para ser feliz”, resume.

 

 

Marcar el paso

 

 

A los 24 años, el ingeniero industrial Gonzalo Innocenti lanzó un emprendimiento sobre historias clínicas. Luego, fundó Tween, y fue pionero en desarrollos de herramientas como Gateway de SMS y Gateway para Pagos, recarga virtual por SMS, plataforma para comercios de venta de productos online.

 

 

Además, implementó un sistema de donación de sangre a través de SMS en Mendoza. “El mejor modo de aprender es reconocer el error. Mi fracaso fue el sistema de historia clínica online, en 2007. Buscaba poner a disposición de los pacientes su historia clínica para poder compartirla, ahorrar en estudios y tener un mejor diagnóstico. La dificultad se presentó en la venta y aceptación. Además, no había tantos smartphones”, dice. Hoy, dirige Vloomp App, que tiene más de 120.000 descargas. Utilizada por más de 100 firmas financieras, permite suscribir y organizar las notificaciones que las empresas envían.

 

 

Gonzalo Innocenti, de Vloomp App.

Otro caso es el de Celeste Medina, cofundadora de Ada IT, firma de desarrollo de software para startups y de impacto social. Su modelo se trataba de armar equipos con mujeres profesionales y jóvenes en situación vulnerable a las que capacitaban en programación. “Salió mal. El grupo con el que trabajamos tenía vulnerabilidades extremas, lo hicimos sin apoyo ni ayuda. Si bien nuestras alumnas aprendieron a programar, nos enfrentamos, al ofrecerles un trabajo en la empresa, a barreras propias del contexto de vulnerabilidad: preferían quedarse cuidando a sus hijos, aunque seguramente les estábamos ofreciendo un salario más alto que el que ganaban sus maridos”.

 

 

La emprendedora destaca qué hubieran podido hacer mejor: “Elegir las características de las mujeres a quienes capacitar, pedir fondos y sumar el apoyo de un psicólogo social”. Este año volverán a capacitar a mujeres con alguna vulnerabilidad: secundario terminado sin formación superior, sin empleo o de baja calidad. Ya cuentan con apoyo gubernamental, aunque aún están a la búsqueda de apoyo económico. 
Para emprender es clave tener un sostén emocional y personas que crean en lo que uno hace. “No te olvides de aprender y volver a empezar, sabiendo que lo que estás haciendo es tu pasión”, resume Medina. Franco recuerda que “los errores son necesarios para perfeccionar el proyecto original”. Una crisis es una oportunidad, que vale la pena ser vivida.

Fuente: El Cronista